sobre la suave espalda de una alfombra;
me observa tiritar vía la sombra
y bajo esa mirada, el calor pierdo.
Yace tranquilo, tejiendo y tejiendo
dos mantos de lana color marfil;
pregunta el porqué mi boca ya añil,
y lento, muy lento, contesta, riendo:
"Lángido encuentro tu cuerpo mestizo,
siendo el cauce de un otrora gran río.
Sin ti, no soy: sólo un mustio carrizo.
Por eso par son: el tuyo, y el mío.
Así que agradece al que abrigo te hizo
sólo para que no mueras de frío."
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